3 de març 2009

En la mort de Pepe Rubianes



El diumenge ens va portar la notícia de la mort de Pepe Rubianes. A mi m'agradava Rubianes, perquè feia riure i perquè era un trencador, i el diumenge em vaig sentir trist. A mons fills, de menuts, els feia molta gràcia aquell senyor que deia sense cap problema totes aquelles paraulotes que ells no podien dir.



En homenatge al genial actor us deixo un fragment del seu espectacle Rubianes solamente:


"Pues señoras y señores, mi abuelo, a la sombra de Prim, hizo una carrera militar espectacular, creo que llegó a sargento-cabo primero, un cargo así, de alta responsabilidad en la milicia. Era un estratega nato, tenía un ojo para la batalla que te cagas. Y en La Habana, miren ustedes, le pasó lo que le tenía que pasar: se enamora de una tremenda mulata de La Habana. Se pasaba el día en el bohío, en la casita de ella, allí en la playa, junto al palmar, con la guitarra, cantándole canciones a su amor: «lariro-laralo» (Canta.)

Él cantaba muy bien, cantaba las famosas habaneras, los ritmos de moda en aquellos años, y un día que había una importante batalla en la zona de Camagüey, allá en el centro de la isla, mi abuelo no se presenta a la batalla, como el que no va a la oficina. Se quedó en el bohío, dindondín-dindondón...; las tropas españolas, claro, les faltaba el estratega que les dirigiera...


-¿Qué hacemos, qué hacemos?
-Que cada uno haga buenamente lo que pueda...

Y, buenamente, echaron a correr hacia La Habana. De regreso a La Habana fueron a prender a mi abuelo:


-Alegret, ¡date preso!
-Me doy.


Lo llevaron al castillo de El Morro; juicio sumarísimo; pena de muerte; paredón y ejecución. Y me quedé sin tatarabuelo. Así de sencillo.


Yo cuando fui a Cuba lo primero que hice, lógicamente, es ir al cementerio de La Habana a ver la tumba de mi abuelo. Allí estaba el mausoleo, con la estatua de él así..., en posición de gesta, toda llena de agujeros (como lo habían fusilado...), que silbaban las brisas al pasar por ellos: «Furu-fufú, furu-fufú». ¡Un miedo que te cagabas! Me fijo en el epitafio y ponía: «Ante aquel culo, quién iba a pensar en batallas». Mira el yayo cómo era.


(Perdona Prim), ponía un poco más abajo, entre paréntesis."

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